jueves, 5 de agosto de 2010

Capitalismo y Esquizofrenia

La ideología mostraría la misma estructura que la esquizofrenia

Basada en el pensamiento dualista, ligado a la corteza cerebral, es fácilmente adoptada por la población


La característica común de las ideologías es el pensamiento dualista, ligado al funcionamiento de determinadas regiones de la corteza cerebral. La ideología mostraría la misma estructura que la esquizofrenia: la historia no se vive, sino que se sueña. Esta visión dualista del mundo, al ser más simple, es fácilmente adoptada por la mayoría de la población, donde queda asentada emocionalmente. Corremos así el peligro de volver a vivir cualquier otra ideología con sus nefastas consecuencias. Por Francisco J. Rubia.



Monumento a Lenin. Foto: Michael Kvakin. PhotoExpress.
Monumento a Lenin. Foto: Michael Kvakin. PhotoExpress.
En el siglo XX dos ideologías prendieron en la mente de millones de personas, causando asimismo millones de muertos: me refiero al nacionalsocialismo y al comunismo. Mi prolongada estancia en Alemania me ha llevado a intentar comprender cómo fue posible que intelectuales de gran categoría, como el filósofo Martin Heidegger y tantos otros, fuesen también víctimas de estas ideologías. Este es el motivo que me lleva a hablar hoy de este tema que, en mi opinión, todavía está sin una explicación satisfactoria.

Quisiera, antes de entrar en materia, delimitar un poco qué entiendo por ideología, recurriendo a las muchas definiciones que se han hecho por sociólogos, historiadores, psicólogos, e incluso psiquiatras.

El término “ideología” fue utilizado por vez primera en Francia por Pierre Cabanis y Antoine Louis Destutt de Tracy en el siglo XIX. Karl Marx y Friedrich Engels vuelven a utilizar este término cincuenta años más tarde en su obra La ideología alemana, publicada a mitad del siglo XIX. Ya en el siglo XX, el filósofo francés Louis Althusser se dedica a estudiar este tema publicando su obra más conocida en este campo y titulada: Ideología y aparatos ideológicos de Estado.

Mientras que para Marx la ideología es una “falsa consciencia de la realidad”, Althusser considera que las ideologías cumplen la función de ser “concepciones del mundo” (lo que en alemán se llama ‘Weltanschauung’ y en español ‘cosmovisión’).

En Italia es el político y filósofo Antonio Gramsci quien trata la ideología también de forma diferente a la de Marx. Para Gramsci la ideología es “el terreno de lucha incesante entre dos principios hegemónicos”. Y otro filósofo italiano, Ferrucio Rossi-Landi, escribe que hay dos usos del término ideología: un uso peyorativo de la ideología como “pensamiento falso” (deforme, engañoso) y un uso descriptivo de la ideología como “visión del mundo” y como “justificación o promoción de un sistema político”.

El filósofo alemán Christian Duncker sostiene que la ideología es un sistema que explícita o implícitamente reclama ser la verdad absoluta. Por eso existen muchos tipos de ideologías: políticas, religiosas, sociales, epistemológicas, éticas, etc.

Quisiera aclarar que por mi parte no estoy interesado en ningún discurso político o social, sino que mi interés se centra en el mecanismo mental que puede ser origen del pensamiento ideológico. Por eso no entro a considerar la ideología como sistema que puede consolidar un poder político determinado.

Entiendo, más bien, que si lográsemos aclarar esos mecanismos mentales, habremos dado un paso importante para explicar el origen de las ideologías y, con ello, avanzar en los intentos de evitar que vuelvan a reproducirse con sus nefastos efectos.

Si consideramos los nacionalismos como ideologías, y tenemos en cuenta que muchos movimientos terroristas poseen también una ideología, entonces el interés por comprender cómo esta forma de pensar prende en las mentes de los individuos se convierte casi en una necesidad.

Puntos imprescindibles

Recojamos, pues, para continuar con este análisis, algunos de los elementos en las definiciones que hemos visto se han hecho de las ideologías. Quisiera resaltar algunos puntos que considero imprescindibles.

El primero, de la definición de Antonio Gramsci de que la ideología es “el terreno de lucha incesante entre dos principios hegemónicos”. Desde luego, esto es aplicable al nacionalsocialismo, con su división tajante entre arios y judíos y otras razas ‘inferiores’; así como lo es para el comunismo con su antagonismo entre burgueses y proletarios.

En ambos casos, la característica común es un dualismo exacerbado, un planteamiento en antítesis o antinomias que llama la atención y que, desde luego, simplifica y falsifica la realidad. En ese sentido también puede hablarse de “falsa consciencia de la realidad”.

El segundo punto que quiero resaltar es la coincidencia en los criterios de Louis Althusser y Ferruccio Rossi-Landi de que las ideologías son ‘Weltanschauungen’, o sea, cosmovisiones, que se caracterizan fundamentalmente por tener un componente fuertemente dualista y, sobre todo, por ser visiones cerradas del mundo, es decir, sistemas de pensamiento que tienen explicación para todo. Precisamente por ser visiones cerradas del mundo son necesariamente falsas.

También hay autores que consideran a la ciencia como una ideología, denominándola ‘cientismo’. Ahora bien, según los puntos que hemos tratado, la ciencia está alejada de sostener una visión cerrada del mundo, antes bien sostiene lo contrario. Y, desde luego, nunca ha reclamado poseer ninguna verdad absoluta.

Cierto es que en el ámbito científico ha habido postulados que pueden ser considerados como ideologías, como por ejemplo el darwinismo social, aunque este no puede ser considerado parte de la ciencia.

Y también es cierto que la ciencia no se libra del pensamiento dualista que puede observarse en numerosas ocasiones a lo largo de su historia. Pensemos, por ejemplo, en las antinomias energía y materia, tiempo y espacio, partícula y onda, big bang y big crunch, etc., en física. O en biología las antítesis genética o medio ambiente, o evolución continua o discreta. O en política la división entre derechas e izquierdas, progresistas y conservadores.

Podríamos prolongar esta lista en todas las demás disciplinas, sean mitología, religión o filosofía, para concluir que el pensamiento dualista es ubicuo y que nos hace sospechar, como ya he expresado en otra ocasión, que podría ser una categoría más de nuestra mente, una especie de anteojos con los que observamos el mundo que nos rodea.

Términos antitéticos

Que nuestro lenguaje está lleno de términos antitéticos es un hecho. El filólogo alemán Karl Abel publicó en 1885 en Leipzig un libro titulado “Sprachwissenschaftliche Abhandlungen” (Tratados de lingüística), obra que fue citada por Sigmund Freud en su ensayo “El doble sentido antitético de las palabras primitivas”.

El capítulo octavo de esa obra de Karl Abel lo tituló: Sobre el sentido opuesto de las palabras originarias. En él habla del periodo en el que el ser humano empezó a formar sus conceptos, de los tiempos primitivos en los que se formó el lenguaje. Y las pruebas más antiguas del habla humana las encuentra en los jeroglíficos egipcios que se remontan hasta los 4.000 años a.C.

En este lenguaje egipcio encuentra un sinnúmero de palabras con dos significados antitéticos, como ‘oír’ y ‘estar sordo’, ‘separar’ y ‘unir’, ‘fuerte’ y ‘débil’, ‘mandar’ y ‘obedecer’, etc. siendo expresados estos conceptos contradictorios por un mismo sonido.

Para Abel, este hecho explica el devenir del concepto y el lenguaje en los tiempos primitivos. En el lenguaje posterior se emplearon dos sonidos distintos para los conceptos opuestos. Mientras más progresa un idioma, más desaparece también el sentido antitético de los sonidos. Y respecto a este hecho, nos dice que el nombre ‘luz’, por ejemplo, no tiene sentido sin su opuesto ‘oscuridad’ y viceversa.

Al final de su libro, Abel enumera toda una serie de palabras antitéticas, no sólo en el idioma egipcio antiguo, sino en el idioma indogermánico, origen de la mayoría de los lenguajes que utilizamos hoy en Europa y también en el idioma árabe.

Así, por ejemplo, en latín ‘altus’ tiene el significado de alto y bajo; en sánscrito ‘arat’ significa lejos y cerca; en alemán ‘Boden’ significa la parte más baja y la más alta de la casa; en latín ‘sacer’ significa sagrado y maldito; en griego ‘daimon’ se utiliza para ángeles y demonios; en inglés la palabra ‘without’ se podría traducir literalmente como ‘con-sin’, etc.

Ahora bien, ¿no es posible que este hecho nos esté indicando el nacimiento del pensamiento dualista cuando dividimos esas expresiones en dos con significado contrario? Según el criterio de Abel, la antítesis supone una de las primeras operaciones mentales del ser humano.

El origen del lenguaje y el pensamiento dualista

Sobre el origen del lenguaje existen muchas teorías. Pero una de las más plausibles nos dice que procede de la comunicación por gestos. Se ha comprobado asimismo que el lenguaje americano por signos utiliza las mismas regiones cerebrales que el lenguaje hablado, lo que habla a favor de esa hipótesis.

La expresión por signos estaba ligada presumiblemente al sistema emocional del cerebro, al sistema límbico. Y sabemos que en el funcionamiento del sistema límbico no existen las antinomias, es más, en los ensueños, por ejemplo, en los que el inconsciente está activo, los términos antitéticos no crean ningún problema y pueden darse conjuntamente.

Es, pues, de suponer que el pensamiento dualista, lógico-analítico, humano está ligado al funcionamiento de determinadas regiones de la corteza cerebral y que su surgimiento es relativamente tardío en el desarrollo de la mente de los homínidos.

¿Cuál sería la ventaja evolutiva de un pensamiento de estas características? En primer lugar, sabemos que el cerebro no está interesado en términos absolutos, sino relativos. En la visión, la cantidad de luz no es interesante, sino los contrastes. Y en todo el sistema nervioso lo que se registra son comparaciones, basadas en un mecanismo que llamamos inhibición lateral, que es el que crea esos contrastes, mecanismo presente no sólo en todos los órganos de los sentidos, incluida la piel, sino también en todo el Sistema Nervioso Central.

No sería, pues, extraño que el pensamiento estuviese basado también en el mismo principio de contraste que se refleja en el pensamiento dualista. ¿Qué mayor contraste para un concepto que su antítesis?

En segundo lugar, la lógica está basada también en términos contrapuestos. Por tanto, es de suponer que las estructuras que sostienen nuestra capacidad lógico-analítica, con la que analizamos el mundo, son las mismas que albergan ese ‘operador binario’ que el ya fallecido psiquiatra de Pensilvania Eugene D’Aquili sostuvo es un operador importante para las experiencias religiosas, estéticas y, especialmente, para la formación de mitos.

Asociación de Ideas

Esquema de las regiones cerebrales.
Esquema de las regiones cerebrales.
Este área cerebral no sería otra que la que el padre de la neurología conductual en Estados Unidos, Norman Geschwind, denominó la región inferior del lóbulo parietal del hemisferio dominante. Una región que está situada en el giro supramarginal y que está considerada, junto con el giro angular, como el área de asociación de las áreas asociativas. Su lesión impide la formación de antónimos, así como el uso de grados comparativos de adjetivos, como ‘más alto’ y ‘más bajo’, ‘mejor que’ y ‘peor que’, etc.

Tendríamos, pues, una región cerebral responsable de la visión dualista del mundo y que nos serviría para analizar ese mundo por contraste, formando antónimos. Así pues, las ideologías tendrían un componente dualista muy fuerte, que resultaría de una exageración de esa forma de pensamiento.

Hace muchos siglos que la filosofía hindú, especialmente el Vedanta Advaita, hizo hincapié en la no-dualidad (que es lo que significa en sánscrito advaita), entendiendo que la visión del mundo que nos ofrece el sentido común es una ficción creada por los conceptos que la mente superpone a las percepciones.

Pero también en Occidente, el profesor de filosofía de la Universidad de California, John Searle, dice que aquello que se nos aparece como realidad es el resultado de las categorías, fundamentalmente lingüísticas que imponemos sobre el mundo.

Es un error, dice, creer que el lenguaje sólo se limita a asignar etiquetas que nos permiten identificar los objetos: somos nosotros los que dividimos el mundo y el lenguaje es nuestra principal herramienta para ello. Precisamente, el giro supramarginal que antes mencioné está implicado en funciones lingüísticas.

En otro lugar he referido que en las experiencias que llamamos místicas esa función cognoscitiva no está presente y las antinomias, como división entre el yo y el mundo, desaparecen, fusionándose el individuo con Dios, el Vacío, la Nada o la Naturaleza. Con otras palabras: la visión dualista no es la única de la que el cerebro es capaz. También lo es la visión no-dualista que ya era conocida hace muchos siglos por la filosofía hindú.

La falsa conciencia

El sociólogo y filósofo húngaro, afincado en Francia, Joseph Gabel, escribió en 1962 un libro titulado: La fausse consciente (La falsa consciencia), en el que relaciona la ideología con la falsa consciencia. En la falsa consciencia y en la ideología la situación histórica de las relaciones humanas se vive de forma a-histórica, natural, espacialmente dada: se trataría de una disociación esquizofrénica de la vivencia espacio-tiempo, de la cosificación del proceso temporal.

Esta disociación siempre es desvalorizante, porque la ambivalencia del devenir histórico se divide de forma maniquea y “el mal” se convierte en “otra cosa distinta”, se proyecta hacia fuera.

El psiquiatra suizo Eugen Bleuler definió la ambivalencia esquizofrénica como la incapacidad de integrar existencialmente la ambivalencia que existe realmente en cada contenido de valor concreto.

Para Gabel, la ideología sería una buena ilustración de desvalorización por cosificación o reificación y, por tanto, una verdadera esquizofrenia en el sentido del psiquiatra francés Eugène Minkowski, o sea, un racionalismo patológico, una congelación del mundo conceptual. La ideología mostraría la misma estructura que la esquizofrenia, es decir, la cosificación como denominador común.

En la ideología, como en la esquizofrenia, la historia no se vive sino que se sueña. No se desarrolla temporalmente, sino que se da de manera mágica y espacial. Es una forma de pensar encapsulada en sí misma, dogmática, extraña a la realidad, inaccesible a cualquier experiencia.

El aparato conceptual de las ideologías se formaría de forma egocéntrica, y el egocentrismo espacializa el tiempo, se convierte en un sistema supratemporal, algo que ocurre también en el egocentrismo del niño.

Egocentrismo colectivo

Por ello, la ideología podría ser un egocentrismo colectivo, un sociocentrismo o un etnocentrismo. Gabel dice que cualquier colectivo es egocéntrico y tiene la tendencia a espacializar la duración del tiempo, a cosificarlo. El tiempo histórico se paraliza, se detiene.

El pensamiento blanco-negro es característico de las formas colectivas e individuales del egocentrismo. La tendencia a la división entre buenos y malos se ha mostrado innumerables veces en las ideologías y en la esquizofrenia. Es lo que la psicoanalista austriaca Melanie Klein llamó la “posición paranoide temprana”.

En un sistema teocrático, por ejemplo, la humanidad se divide entre “ortodoxos” y “heterodoxos”, “justos” y “pecadores”, “creyentes” e “infieles”. El psiquiatra italiano Silvano Arieti describió el pensamiento superconcreto del esquizofrénico como un pensamiento que utiliza una lógica arcaica, una “paleológica”. Esta sería también la lógica de la ideología.

Si esto es cierto, entonces la ideología supondría una vuelta a un pensamiento más primitivo, más simple, con un componente fuertemente emocional, tal y como lo es en la esquizofrenia. La unión del pensamiento fuertemente maniqueo con ese componente emocional conduciría a la demonización del contrario, a explicar toda la historia simplificándola; en el caso, por ejemplo, de la ideología nazi, como una lucha entre razas, y en el caso del comunismo como una lucha entre clases. De la demonización del adversario a la tendencia violenta a su liquidación no hay más que un solo paso.

Así que un instrumento cognoscitivo que nos permite analizar el mundo, como es el pensamiento dualista, sin duda desarrollado en la evolución por alguna ventaja adaptativa, tiene también su parte negativa expresada paradigmáticamente en las ideologías con consecuencias desastrosas para la humanidad. El conocimiento de sus ventajas e inconvenientes deberá ponernos en guardia para evitar en el futuro esas consecuencias negativas.

Un ejemplo del pensamiento dualista de la ideología nazi es la siguiente frase del libro Mein Kampf(Mi lucha) de Adolf Hitler: La gran mayoría del pueblo es, por naturaleza y criterio, de índole tan femenina, que su modo de pensar y obrar se subordina más a la sensibilidad anímica que a la reflexión. Esa sensibilidad no es complicada, por el contrario es muy simple y rotunda. Para ella no existen muchas diferenciaciones, sino un extremo positivo y otro negativo: amor u odio, justicia o injusticia, verdad o mentira, pero jamás estados intermedios. En esta cita vemos que el propio Hitler piensa que la realidad es dual, proyectando su propio pensamiento dualista a la sociedad.

Una expresión típica de las ideologías es la comparación del adversario con una ‘manzana podrida’ que contamina a las sanas, o con un ‘cáncer’ que, como dice Hitler, ‘corroe las entrañas de la sana raza aria’.

La aversión de Hitler por la enfermedad llega a tal punto que tanto enfermos crónicos como personas genéticamente defectuosas debían ser erradicados del resto de la sociedad. Se muestra así el dualismo exacerbado del que antes hablábamos que divide a la sociedad en sanos, que son ellos, en la mente de los ideólogos, los puros, los ortodoxos, y por otra parte los enfermos, lisiados, minusválidos, impuros, heterodoxos, herejes, etc., de los que conviene librarse, enviarlos a campos de exterminio, quemarlos, gasearlos, como así fue en el periodo de la dictadura nacionalsocialista.

Tres elementos totalitarios

La politóloga alemana Hannah Arendt en su libro Los orígenes del totalitarismo dice que hay tres elementos específicamente totalitarios que son peculiares a todo pensamiento ideológico. El primero es la promesa de explicar todo el acontecer histórico, la explicación total del pasado, el conocimiento total del presente y la fiable predicción del futuro. Es lo que yo llamaba antes una cosmovisión acabada de la realidad.

En segundo lugar, un pensamiento que se emancipa de la realidad que percibimos y que insiste en una realidad “más verdadera”. En tercer lugar, el pensamiento ideológico comienza en una premisa axiomáticamente aceptada, deduciendo todo a partir de ahí.

Como he dicho al principio, una de las ideologías más nefastas del siglo XX ha sido la del comunismo, especialmente en su vertiente estalinista. El comunista yugoslavo Milovan Djilas, describió a Stalin como ‘el mayor criminal de la historia’, en el que se combinaba ‘la criminalidad sin sentido de un Calígula con el refinamiento de un Borgia y la brutalidad del zar Iván el Terrible’.

Sigue siendo un misterio, como dice el escritor británico Alan Wood, cómo fue posible que Stalin estuviese tanto tiempo en el poder, desde 1928 hasta 1953, aterrorizando a la población, recurriendo al asesinato en masa y al terror, y esclavizando a las naciones de la Europa del Este, siendo al mismo tiempo admirado, reverenciado e incluso amado por muchos y encontrándonos hoy aún con los que mantienen su afecto a su figura y nostalgia por esa época.

La aniquilación de la clase de los kulaks, agricultores y campesinos con tierras que contrataban a trabajadores del campo, su envío por millones en vagones de ferrocarril que se utilizaban para el ganado a las inmensidades heladas de Siberia a trabajar en campos de concentración, se anticipó al transporte nazi de judíos en el nacionalsocialismo.

La manifestación pública del así llamado ‘holocausto soviético’ fueron las purgas entre los años 1936 a 1938 contra miembros del Politburó del propio partido, quienes bajo tortura y amenazas a sus familias confesaron crímenes políticos jamás cometidos.

La red de campos de concentración inmortalizada por Alexander Solzhenitsyn en su obra El Archipiélago GULAG, es un equivalente de la red de cientos de campos de concentración nazi.

Llamar a Stalin o a Hitler paranoicos, psicópatas, con complejos de inferioridad y tendencias homicidas, no explica prácticamente nada de por qué gran parte de la población siguió durante mucho tiempo a estos personajes participando de la ideología que propagaban.

Tanto el nacionalsocialismo como el estalinismo se caracterizaron por un nacionalismo exacerbado, que, a fin de cuentas, es una forma de pensamiento dualista que distingue tajantemente entre nosotros y los demás.

Errores del pasado

Ahora que el nacionalismo de vía estrecha hace furor en algunas partes de Europa, deberíamos tener en cuenta estas consideraciones si no queremos volver a repetir los errores del pasado.

Si realmente las ideologías están basadas en una visión dualista del mundo y existe el peligro de que esta visión, por ser más simple, puede ser fácilmente adoptada por la inmensa mayoría de la población; y se le añadimos que una vez asentada esta visión está fuertemente cargada emocionalmente, corremos el peligro de volver a vivir cualquier otra ideología con sus nefastas consecuencias.

Por esta razón, cuando en los años 50 y 60 se proclamó el fin de las ideologías puede que los que lo hicieron no estuviesen muy acertados. El crítico literario británico Terry Eagleton, en la introducción de su libro Ideology, escrito en 1995, ya dice que en la última década hemos conocido un notable resurgimiento de movimientos ideológicos en todo el mundo, refiriéndose sobre todo al fundamentalismo islámico, sin olvidar el fanatismo estalinista de un Pol Pot en Camboya, el sistema teocrático en Irán o la limpieza étnica en la antigua Yugoslavia.

Por esta razón, aquellos que fomentan un pensamiento dualista extremo en las ideologías son, a mi juicio, unos irresponsables siendo extremadamente indulgentes.

No deberíamos olvidar la frase del filósofo español Jorge de Santayana: Quien olvida su historia está condenado a repetirla.



Francisco J. Rubia Vila es Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, y también lo fue de la Universidad Ludwig Maximillian de Munich, así como Consejero Científico de dicha Universidad. Es asimismo editor del Blog Neurociencias de Tendencias21. Este texto corresponde a la conferencia impartida por el autor en la Sesión Científica de la Real Academia Nacional de Medicina, celebrada en Madrid el pasado 4 de mayo. Se reproduce con autorización del autor. Los titulares y resumen de la conferencia han sido elaborados por nuestra Redacción.



Bibliografía

D’Aquili, E. C.
The neurobiological Bases of Myth and Concepts of Deity
Zygon, 13: 257-275, 1978

Eagleton, T.
Ideology. An Introduction
Verso
Londres, New York, 1995

Gabel, J.
La fausse conscience – Essay sur la réification
Les Editions de Minuit
Paris, 1962

Mannheim, K.
Ideología y utopía
Fondo de Cultura Económica
México, 1987



Lunes 10 Mayo 2010
Francisco J. Rubia.
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38.Publicado por José A. Palos el 04/06/2010 05:35
Una palabra, tal vez, casi suficiente para la idea "atrás" de ideologia, filosofia, creencia, religión, economía, postura politica, etc. es
COSMOVISION; Cual es su vison de Orden, Dr. Rubia?
Cual es su visión de "deber ser" del ser humano?
..."La ideología mostraría la misma estructura que la esquizofrenia, es decir, la cosificación como denominador común...simepre que no sea ISP, Email, Tax.Number, Account Number (Of Credit-debit, off course).
No será esta "idea" la causa de la "quema" de la biblioteca depósito de los documentos originales de Marx y Engels, que a nadie sorprendió?
Siempre que ideología solo sea usado para "camufleajear" y distraer la atención de "Lo cosificados que somos al ser puramente valorizados en terminos "monéticos-monetrarios" "libre.economistas.globalizados".
Caray!
Alguna vez "hasta" Og Mandino comprendió:
"Un habito solo puede ser cambiado por otro...habito".
Pasamos ciclicamente "cosificando", dejando que se cosifiquen nuestras "creencia en las reglas de convivencia", que vitupereen "Nuestra mas profunda convicción ética, misma que deviene siempre en nuestra manifestación moral" desde Religiones, Filosofías, Ideologías, Marcos Téoricos, Topologias, Contextualizaciones, Escenarios, etc., etc., etc.
Otra forma mas de querer darnos "atole con el dedo" (En su mas profunda significación estética).
Como pasar de British Petroleum a "BP", muy Lacaniano el mundo, pura máscara.
Y, sin embargo, se mueve....
http://joseantoniopalos.blogspot.com

37.Publicado por suerte el 29/05/2010 17:58
es simple: todo esta basado en el principio de dualidad funcional, y somos nosotros como humanos los que damos sentido a tal aparejo que de otro modo solo sirve para disparar el gatillo cosmico.

36.Publicado por Cornelio Gonzalez el 29/05/2010 16:21

Claro que sí señor Rodriguez-Sedano, con gusto espero su personal comunicación. CORNELIO
http://www.hombreycosmos.org

35.Publicado por Alberto Rodriguez-Sedano el 29/05/2010 11:25
Me parece justo que se me ubique en cierta problemática kantiana porque los problemas filosóficos adquirieron con Kant la forma del tiempo con el que los sujetos se relacionan (en este tema mi postura es sociológica), pero no se debe confundir mi incansable admiración por Kant con que sea su perrito faldero. El tema de la ideología se ha abstraído de su objeto y lo hemos llevado a una metafísica inmoral como posible ontología moral; ya no planteamos el problema moral de la ideología y su relación con las partes implicadas moralmente en ella.

A Kant no se lo debe ver desde Kant sino desde un esquema incondicional (nouménico) que da necesariamente forma a la experiencia de una conciencia que empíricamente se hace total; está dictada por la precipitación del fenómeno. No obstante, cierta filosofía de la ciencia, la que no es epistemológica sino ontológica, ha hecho a Kant psicológico. ¿Y se debe leer a Kant a esa altura?. De ninguna manera. Si uno lee a Kant desde Hume, la lógica histórica (problemática) con arreglo a la que él escribió, la historia de la filosofía no se reduce a una simple oposición entre deber y ser. El esquema causal que Hume hizo relativo a una costumbre Kant lo hizo incondicional por coherencia fenomenológica. Y como la física no tiene ética, porque la ética compete a un juicio moral subjetivo sin solución de continuidad entre física y fenomenología, surge el problema de la fundamentación de una moral no subjetiva. La moral no se puede fundamentar sino es desde una razón primera al ser de la moral. ¿El cerebro, su física y la del mundo?. No; una razón fenomenológica que ponga las condiciones de una mente.

El tema de la filosofía moral es tentador porque es el más significativo para los hombres. Podemos, no obstante, tomar posiciones pragmáticas (en el sentido opuesto al que yo uso “pragmatismo”) y hacer de la ciencia y la matemática los objetos nouménicos por excelencia. No puede quitarles su razón, pues yo también fui spinozista en su día, pero hoy en día defiendo que esa ética es inmoral, como se comprueba con la categoría moral del que quiere que el orden estético de una recta sea igual que el de la ética que en la que esta cabe. ¿Y no sirvió Spinoza de inspiración a Leibniz para delirar con su mónada?. ¿Etica? sí; ética de superficies nouménicas sin contenido moral alguno.

El desplazamiento no es de 1 a 2 sino de ti a mí. Tenemos un tiempo fenoménico simétrico que se unifica, pero no a modo de identidad sino de diferencia moral. La ética se cae en pedazos. y para hacerla de nuevo hay que ver dónde se quebró.

Habla de superar la limitación y la miseria mirando hacia arriba (trascender) cuando debe mirar hacia abajo, que es donde está la piedra en el camino con la que se va a golpear. Recuerde lo que en un principio le dije de los totales y los absolutos. El marco tiene una totalidad enmarcada que si reproduce infinitamente (para todo marco posible) hace como marco ideal. Ese es su ser: un genitivo delirante.

Sr. Cornelio, disfruto del diálogo con usted, pero un tema inicial de la ideología del cerebro ha ido a detalles filosóficos que no competen a este espacio. Usted ha señalado cuestiones problemáticas que me preocupan desde hace tiempo y que la filosofía no puede dar respuesta por sí sola. Ahora bien, la ética no se puede dejar en manos de la física, la biología o la neurociencia porque no se interesan por la filosofía. ¿Y es la filosofía propiedad sólo de la filosofía? no; la filosofía es de las personas y no de los entes. ¿O son los mismos?.

Probablemente contacte con usted por correo, si usted me lo permite, para detallar nuestras confusiones en privado sin llevar a los demás a visiones sacadas de tema que ya no tienen nada que ver son su original objeto.

Reciba un saludo

http://albertododriguezsedano.blogspot.com/

34.Publicado por Cornelio Gonzalez el 28/05/2010 12:46

Aunque la filosofía kantiana no es mi fuerte, veo con no poco interés el hecho que Rodríguez-Sedano haya, -si no me equivoco - volcado sobre tal pensamiento, prácticamente el 100% de la responsabilidad de la crisis existencial del Hombre actual. Desde este punto de vista pienso que a Rodríguez-Sedano no le falta razón. Para entrar en detalles sobre el tema, trascribiré textualmente de Wikipedia el siguiente parágrafo* que nos explica suficientemente algo sobre el pensamiento de Kant al que Rodríguez-Sedano no ha hecho referencia:

“Lo formal en los valores es su deber-ser. La axiología se construye a partir de la percepción directa del deber-ser (Kant) en alguna acción concreta o materia (Max Scheler: "intuición material de los valores"). La conciencia moral, que es el nombre tradicionalmente dado a la intuición axiológica del ser humano, percibe con mayor nitidez ese deber-ser cuando no es (ante la injusticia se siente la necesidad de la transformación). El deber ser vacío de contenido (Kant) es menos entendible que la conducta concreta que lleva a su realización. El deber-ser nunca se deduce a partir del ser (fue Hume el primero en plantear este problema: concretamente, en el libro III, parte I, sección I de su Tratado sobre la naturaleza humana). Si placeres y ventajas son hechos (ser), entonces quedan descalificados axiológicamente el hedonismo (reduce valor a placer) y el utilitarismo (reduce valor a ventaja).Que del Ser se derive necesariamente el Deber-ser es una falacia (ver metafísica)”.

Mi comentario:

Veo aquí el origen de la confusión que existe entre el pensamiento de Rodríguez-Sedano (que se identifica con el de Kant) y el mío: mientras que para mí el SER es un hecho noumemico (Kant) concreto y factible dado que existe eternamente codificado, escrito, en la UNIDAD que TOTALIZA al Mundo, (HOMBRE incluido), como nítidamente nos muestra lo que denomino la UNITARIA Teoría de los Números del Sistema de Numeración Decimal y que como filosofía HUMANA de vastísimo espectro es de amplia aplicación en la lógica, la física, en la biología, en la cosmología, en fin, en TODAS las actividades (la moral incluida) que dependientes de nosotros como seres humanos, tienen que ver con la Naturaleza (que en nada difiere de nuestra propia humana naturaleza), para Kant y para Rodríguez-Sedano no es sino el “ser” (así, con minúsculas), es decir, lo que como hombre(s) (también así, con minúsculas) en el momento somos, con todas nuestras limitaciones y miserias, pero también y si nos lo proponemos, con todas la posibilidades de trascenderlas hacia algo superior. Dicho de una manera más folclórica: somos unos “bichos malos” cuyo “ser” se encuentra naturalmente enmarcado espacio-temporal y/o másico-energéticamente (Einstein con su Relatividad y Planck, Bohr, Schrödinger, Heisenberg y otros que se escapan, con la natural cuantificación de la Naturaleza) para poder experimentar y lograr la plena evolución hacia la eterna e infinita noumenica (Kant) UNIDAD que como HOMBRE(S) - esta vez sí, con mayúsculas - habrá de TOTALIZAR a nuestro SER. Y es la perenne lucha contra esta natural tendencia al “mal” la que finalmente logra(rá) entender y conseguir ese ansiado noumenico estado UNITARIAMENTE equilibrado-desequilibrado, también natural aunque duramente batallado, primariamente físico, después lógico y finalmente ontológicamente moral, como bien lo quiere Kant y por supuesto, todo ser humano digno de llamarse tal. Que finalmente no puede ser otro el verdadero sentido y significado de la palabra Evolución (Darwin).

.....................................................................

http://es.wikipedia.org/wiki/Deber_ser
://


http://www.hombreycosmos.org

33.Publicado por Alberto Rodriguez-Sedano el 27/05/2010 10:53
Se debe ver que la integración no está a priori definida, y por ello la ética no está donde querría Cornelio que estuviese: en el noúmeno de una identidad “incierta” que sueña la ciencia.

El sueño tiene un problema de espacio, está limitado; y su estética es conflictiva por ello mismo, porque dos psiques no ven lo mismo ni pueden verlo.

La ética se ha de leer con un poco de distancia. Las partes que anteceden la identidad, todo lo que da forma al noúmeno, no son las partes que toman su forma. Uno está, ciertamente, determinado, pero el discurso de la determinación no es a priori con su desenlace. La filosofía de la ciencia es posible como epistemología, y no como una ética que no puede reducirse a un concepto puro de la razón; no son lo mismo, como señalé en relación al pragmatismo. La psicología no puede hacerse de buenas a primeras científica. ¿Y estudia eso la neurociencia?. No; lo estudian la filosofía y la sociología. La neurociencia hace una imagen el mundo mirando el cerebro, y el mundo no es sólo la identidad de un cerebro. La visión neurocienticista es a todas luces ideológica, ¿o no lleva a priori la forma del mundo con arreglo al cerebro y del cerebro con arreglo al mundo?. Su forma a priori está mal; está falta del otro para el que tiene una forma, pero no su contenido.

http://albertododriguezsedano.blogspot.com/

32.Publicado por hugo luchetti el 26/05/2010 16:33



LA ESQUIZOFRENIA Y LA CIENCIA:


¿POR QUÊ nos inclinarìamos a creer que la Ciencia està librada de esquizofrenia cuando la realidad indica todo lo contrario? A causa de no integrar todavìa el uso de nuestro cerebro, los hemisferios izquierdo y derecho y los distintos circuitos y complejos neuronales recièn estàn aprendiendo a comunicarse... Cuando la densidad informativa cerebral sea mayor, se veràn las "ligas" entre las ideas, los objetos que habitan el espacio, los acontecimientos y nuestras propias pulsiones. Entonces habrà integraciòn.

31.Publicado por Alberto Rodriguez-Sedano el 24/05/2010 12:11
Sr. Cornelio, he leído de nuevo su último apunte. Por lo que entiendo, no discutimos una cuestión central, la nouménica, sino que discutimos la segunda; y ni mencionamos el problema de la tercera.

Como le dije, le acepto el orden constante si se hace cargo de que la constancia es una pretensión absoluta que induce al agarrarse a una parte teorético-lógica. y como si su ser en sí fuese todo el posible discurso del ser en sí. Ser en sí no existe sino como proposición teorética, la identidad del noúmeno con su discurso, un absurdo moral. El noúmeno no existe sino como forma; no es idéntico consigo mismo; es el sueño de una forma que se precipita a ser sí misma como causa de sí misma.

La filosofía de la ciencia, la del cientificismo y no la crítica de la misma ciencia, ha abusado de la absoluta e inmoral primacía de la ciencia; no ha hecho lógica moral sino, y como le vengo repitiendo, lógica epistémica; no dice nada de lo que tiene que decir porque piensa que la urgencia es decir por decir, su decir psicologista. Decir por decir se hace positivo en el lenguaje social y no en el decir negativo de la ciencia. Nos hemos precipitado tan acostumbradamente a una forma con tal identidad nouménica que ya no vemos que es una forma; es, por ello mismo, precipitación, no vemos que discurre. ¿Y no es la confusión de principio del artículo del Sr Rubia y la psicología que deriva como mal del otro y no el de uno?. Espero que se haya visto que el problema nouménico no es lingüístico.

El problema tercero, el moral, lo abstrae en una incierta primeridad que hace súbdita de un noúmeno que no se reduce a ser abstracto. El orden moral se pliega hacia sí, como fenómeno y no como noúmeno; adquiere la forma de una síntesis de simetrías, su ordenación fenoménica y no nouménica; su incondicionalidad se hace condicional, discursiva, y confunde un orden proposicional con el que le da contenido.

El desplazamiento no es abstracto sino que ser abstracto es segundo y no primero. El abstracto es siempre insuficiente para explicarse a sí mismo; es una forma vacía para la que arreglan su contradicción discursiva abstrayendo su historia; niegan el sujeto del ser histórico. No todo es nouménico sino que hay un discurso del noúmeno; no es sino una parte que hemos llevado de un total a su absoluto.

Todos los pasos que dé son pasos, no lo discuto, pero los pasos que en un futuro dé podrán tener una forma no prevista, nueva, con la que especula; se agarra a una constante como si todo lo que urge fuese que forme parte del concepto que se ha propuesto explicar. ¿No es el noúmeno no discursivo puro idealismo?¿o es lo explicado simétrico con la urgencia que mueve la expresión? ¿no se desplazan las series reproducidas a nuevas formas que posteriormente unifica como si su lógica fuese anterior?. La abstracción del tiempo conduce al nihilismo del tiempo, la pretensión de que el tiempo es nouménico. El tiempo no es una cuestión ontológica sino fenomenológica. ¿Por qué Einstein sí leyó a Kant y supo intuir que había un problema de su física en relación al orden del hombre y no sólo en relación al orden del universo?.

Los problemas con la dialéctica vienen por el detalle que se escapa en la precipitación de su lógica. Hace simetría entre un orden y otro al unificarlos. Por más que todo lo que haga esté determinado físicamente, mi “posibilidad” crea un margen de desplazamiento en la representación. La representación subjetiva no es tanto subjetiva como no determinada objetivamente a priori. El sujeto no puede abstraerse sin más de la representación del mismo sujeto; se da a sí como el objeto del darse. La densidad moral es continua consigo misma y supera de esa forma al sujeto moral en la historia. Es el significado del otro en el que ubicar el centro de la reflexión moral. La moral podrá ser nouménica, como defiendo desde una sociología a priori, pero lo es como un problema que ha de ser visto desde la distancia creada por los sujetos en un mismo proceso (nouménico) de desplazamiento.

La intersubjetividad, en efecto, necesita de una distancia y una proximidad que pertenece a la lógica del fenómeno moral. No niego que haya un noúmeno que determine el fenómeno moral, pero la psicología tiene un problema de contenido con el que hacerse ciencia y no digamos ya física. Por su propia lógica (fenomenológica) no está dictada a priori sino como precipitación de su idea. ¿O ven acaso los neurocientíficos la historia que las neuronas toman como objeto?. La psicología, como ya anticipó Kant hace siglos, no puede ser ciencia. Hay, empero, una posible crítica a esta idea, pero lo primero que hace esa crítica es abstraer el objeto de crítica. No puede ser querer conocer sin más, conocer por conocer, sino que es conocer por algo. ¿O no es una deformación perversa del significado moral de “trascendental”?. Tomar un molde como forma para una proposición objetiva es trascendental en un continuo, y se abstrae a sí. ¿Y no son las abstracciones cristalizaciones de alguna ideología que con su forma reproducen para algún discurso?.

Diría que a nadie se le ocurriría logar una teoría de la expresión lingüística con ese grado de generalización física. No le discuto la realidad del mundo físico ni la constancia ontológico-matemática; le discuto su orden en relación a su posible conciencia; es por ello que puse en juego el desplazamiento.

Creo firmemente que la ontología es lingüística y no se puede abstraer como una cosa que sea. Ser no es absoluto sino historicista; confunde su tiempo, el que hace nouménico, con todo posible tiempo. Cuando hablamos no nos hacemos independientes de lo dicho, pero lo dicho tiene un grado de implicación menos determinado, su densidad es más incierta.

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30.Publicado por Azul Verde del Monte el 24/05/2010 10:46
IN TE RE ZAN TÍ SI MO!
...tanto el artículo como los comentarios, me parece bien que se generen este tipo de "debates" en torno a algo ya clasificado de tabú por la opinión publica.

29.Publicado por Alberto Rodriguez-Sedano el 22/05/2010 11:49
Sr. Cornelio, como es habitual, agradezco sus repuestas. El mayor interés que leo en Kant está en toda la insuficiencia de la que se deriva el esquema científico de la verdad que, como él sabía perfectamente, era sólo hipotético. No obstante, Dios me libre de ser dogmático con Kant.

Kant hubiese disfrutado de la imagen del mundo de la ciencia actual, aunque supiese que no hay por sí una ciencia de la ciencia; el noúmeno es un sueño, muy atractivo, pero, en definitiva, un sueño. Esto es aún más cierto fenomenológicamente porque para soñar se necesita ¡soñar!, ¿o es el sueño de un cerebro primero consigo mismo que nadie más sueña?, ¿ no se cuentan los sueños?.

La ciencia es un idealismo estructurado socialmente que no está estructurado sólo en proposiciones a conocer. El conocer siempre está falto. Conocer es una pregunta y no la identidad con su respuesta. ¿No es de lo que hacen una dualidad absoluta superable porque se conoce?.

El problema de la dualidad, como lo veo, está en que no es idéntica para todo objeto. La dialéctica tiene muchas fallas, pero sin ella no se hubiese llegado a ciencia alguna. Y la ciencia no es el objeto mismo a seguir, porque ese esquema hace psicológico el interés del hombre, y no ético; o, dicho de otro modo, lo quiere científico-epistemológico, y no moral. No son ni pueden ser los mismos porque su identidad es sólo una opción, una elección.

Por mucho que le acepte el equilibrio, el orden, la proporción, etc., su posición es más de lo mismo, y la urgencia moral está en que lo sensible no cabe perfectamente en un concepto teorético de una historia que es precipitada a ser real; no es, para decirlo en los términos kantianos que limitaron al propio Kant, sintética a priori. La forma de la verdad en moral es un delirio que abstrae finalmente la moral, porque no la tiene de suyo. ¿Por qué la forma primera de la ciencia, como la de la matemática que le da rigor, no es segunda en lugar de ser primera?, ¿ por qué si no Kant se rindió a un simple imperativo categórico con el que racionalizar groseramente la moral? (no entro en los deliciosos detalles que moralmente se derivan del “pragmatismo” y de la ingenua y bella intención antropológica de Kant).

La razón, otro timón de la ciencia, se ha hecho forma establecida, una falsa ideología verdadera. Y la sociología del conocimiento y la de la ciencia muestran que avanzan a ritmos distintos; no progresan. Algunos creen que la verdad es más que una condición inteligible, y que tiene densidad moral por sí; hacen la moral ontológica por más que la moral no esté sujeta a esquema proposicional alguno. ¿Es real y positiva por más que su proposición sea ideal y negativa?. Es un ser segundo sin relación estricta con el tercero si no es siendo una y otra vez falso primero ¿O es verdad por sí, verdad primera (ideal)?. Los sentimientos son reducibles, en cierto modo, a concepto, pero no tienen por sí el contenido que los reclama. El concepto del sentimiento no es simétrico con el de la conciencia. Conciencia y no consciencia, como he señalado en varias ocasiones en este espacio, no son lo mismo. Una es una forma primera, y la otra segunda; una es nouménica, y la otra fenoménica. Si creen que la ciencia es nouménica y no fenoménica confunden el empirismo con el juicio del mismo, algo que parece que le lleva a tomar una posición sobre la estética de la obra no ya subjetiva sino ¡científica!. No puedo estar más en desacuerdo. La estética no es subjetiva por sí sola, y no puede ser científica porque su sentimiento no es abstracto. ¿O es lo que querría de su concepto?.

La conciencia no es un gen ni un átomo. No son nada más que una forma, como dije, monadológica (ideológica consigo misma); y la forma de la conciencia es una posibilidad epistemológica hecha moral, obligada a cuidar de sí.

El conocimiento tiene fisuras que con la dialéctica se pueden en cierto modo reparar, esto es, someter a crítica. Pero con la dialéctica nos hacemos tan históricos que abstraemos el tiempo. Imagino que hace siglos hubiese quienes pensasen que todo podía ir a mejor de mano de la ciencia, pero, como se comprueba hoy en día, no es más que una forma ideológica. La postura ontológica de la ciencia respecto al hombre es, en resumen, negar ser hombre. El hombre en términos de conciencia no es su ser natural porque el hombre no es sólo histórico; el hombre se da a sí, y no hay proposición lógico-matemática alguna que solucione ese problema. ¿O van a hacer matrices que digan en qué consiste ser el hombre que no se conoce?. Como dije, un delirio.





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28.Publicado por ranza el 22/05/2010 01:13
Yo creo que el sr, Rubia nos está adelantando cosas de lo que va ha ser su próximo libro, y que esto algo que no requiere tanta discursión, pues está incluso en la forma de entenderlo. Si ponemos el ejemplo de la obcecación de una persona hacia un proyecto, ¿qué se le dice?, Loco. El problema es cuando muchas personas se dan la mano en su locura, entonces supone un riesgo pues esta la fuerza del grupo, o del jefe que manda al grupo. Es necesario anticipar el error, y en caso de equivocación ser consciente del error. El empeño por la razón dogmatica, ideologica puede hacer y hace desvariar a mucha gente con poder sobre otros.

27.Publicado por Cornelio Gonzalez el 21/05/2010 17:17

Expresa Ud. señor Rodríguez-Sedano:

“La dualidad en Kant (que él refiere como dialéctica) era responsabilidad con un conocimiento con arreglo a la superioridad de la razón, es decir, científicamente. Desgraciadamente, ya no se lee a Kant, como si en algún momento se lo superase”.

Le pregunto entonces si de acuerdo con esta afirmación suya y cuando expongo - y perdón por mi insistencia - la idea acerca de que:

“…una dualidad aritmética de carácter UNITARIO es la bi-univoca co-relación entre dos números de tal condición, que a todo predicado acerca de las condiciones o circunstancias de uno de ellos, el otro co-responde, de modo inverso, con una condición o circunstancia contraria pero a su vez complementaria y ello de tal manera que el producto entre ambos números es siempre la constancia de la UNIDAD que los genera e inter-relaciona. Y esto, de acuerdo con la cita de Kaku y con las ecuaciones del campo electromagnético de Maxwell, es justamente lo que sucede entre la electricidad y el magnetismo si se enfoca a la electricidad como la discontinuidad y asimetría entre los dos polos eléctricos y al magnetismo como el contrario pero a su vez complementario caso: el de la continuidad y simetría entre los dos polos magnéticos. Para ilustrar convenientemente cómo esto puede suceder, cito textualmente estos apartes de mi artículo: “La vida y la conciencia: ¿fenómenos originados por la UNIDAD electromagnética?”. (Hasta aquí la trascripción),

¿no existe acaso y de acuerdo con Kant, una genuina y científico-matemática dialéctica de UNIDAD, en este caso a nivel de la dual pero a su vez también UNITARIA co-relación aritméticamente inversa entre los números 2 y 5 y que como claramente se aprecia, se corresponde perfectamente con características elementales y fundamentales de dos fuerzas de la Naturaleza (la electricidad y el magnetismo) que trabajan, en tanto que constituyentes de nuestro humano campo bio-electromagnético, como la dinámica de un par de fuerzas exquisitamente equilibradas--desequilibradas y que se constituyen (querámoslo o no) en y por sí mismas, como la(s) primarias y fundamentales base(s) físico-lógico-ontológica(s) de nuestra Humana Identidad?

Ahora bien, con relación a:

“Quería comentar algo que ha dicho de Kant en relación a la dialéctica trascendental y que la objetividad del pensamiento se hace subjetiva por la estética a la que está expuesto”.

A mi entender, ni la propia y subjetiva estética kantiana se escapa de tener como fundamento la exquisita y muy objetiva dinámica del par equilibrio-desequilibrio de nuestro campo bio-electromagnético*. Y esto lo digo porque si Inmanuel Kant ha marcado un hito en la historia de la filosofía – y esto nadie lo niega – no es este el momento para hacer, para construir, solo con base en su pensamiento, una serie de dogmas que se han de cumplir a toda costa. Si algo tiene de bello una verdadera y “trascendental” dialéctica científica como bien lo quiso el propio Kant, es la de encontrar apoyo y expresión en los modernos hallazgos de las ciencias modernas y no esperar que…. “que el conocimiento verdadero no sea sólo lo que el sujeto crea de su pensamiento”.

Cordial saludo.

………………………………………..

* Es de todos conocida la desde antiguo llamada “proporción áurea”, íntimamente ligada con el carácter estético de una obra, bien sea ésta de la Naturaleza o de mano humana y que por más que una mera coincidencia también está fundamentada en un exquisito juego de equilibrio--desequilibrio entre los números 2 y 5. Sus nexos con la llamada serie de Fibonacci: 1-2-3-5-8-13-21-….etc., que también es de múltiple aplicación en diferentes expresiones de la Naturaleza, son innegables. Dicho de otra manera: en la matemática, en este caso la aritmética, también cabe la estética, pero ello como una consecuencia de la "ética" derivada de la sofisticada dinámica de equilibrio--desequilibrio, presente por doquier en la Naturaleza y por ende en nosotros mismos en tanto que seres vivos y conscientes.Que no es otra cosa la dinámica co-relación de acidez-alcalinidad propia de los seres vivos y que también, por más que una mera coincidencia, se encuentra gobernada por un UNITARIO luego equilibrado-desequilibrado juego electro-químico, alrededor de un centro que muy bien puede representarse como 7/14= 1/2= 0.5 ( Ver www.hombreycosmos.org, página 103 y siguientes)

http://www.hombreycosmos.org

26.Publicado por Alberto Rodriguez-Sedano el 20/05/2010 10:49
Sr. Gerardo, concuerdo con su comentario. La ideología, como dije, no es el mal del otro, sino que decir “mal” es, por sí, ideología.

El Sr. Rubia apunta en su tema la ideología criticada como cientismo. En el momento en el que la sociología de la ciencia no va a la par que la del conocimiento existe un desorden, una razón dialéctica. Nadie, salvo los neurocientíficos y sus creyentes, trata con un concepto científico de la mente (o cerebro, igual dan). Incluso el neurocientífico forma parte de un concepto mucho más mental de lo que él cree. Cuando escribimos un artículo no somos palabras y un redactor sino un traductor de otras tantas cosas: elijo esta palabra y no esta otra, esta explicación o y no esta otra, esta cita y no esta otra, etc. ¿O cuando tiene una conversación un neurocientífico ve en tiempo real el funcionamiento de su cerebro?. No. El concepto cerebral es un delirio de ideología. Lo que más actúa en los cerebros es lo más constante en ellos: un orden que supera la acción del cerebro.

Quería comentar algo que ha dicho de Kant en relación a la dialéctica trascendental y que el conocimiento verdadero no es sólo lo que el sujeto cree de su pensamiento. La objetividad del pensamiento se hace subjetiva por la estética a la que está expuesto. El sujeto es un verbo incierto, pero su lenguaje va más allá de sí porque otros lo pueden oír, lo entienden. El sujeto se entiende con otros cerebros, pero sobre todo con palabras que otros usan. La dualidad en Kant (que él refiere como dialéctica) era responsabilidad con un conocimiento con arreglo a la superioridad de la razón, es decir, científicamente. Desgraciadamente, ya no se lee a Kant, como si en algún momento se lo superase. Hoy en día se cree mucho más en la fisiología del cerebro que en la filosofía genial de un viejo loco. Pero den tiempo a cada cuál. Kant sigue siendo un pozo inagotable para los que sabemos leer, y los artículos de moda de la neurociencia pasarán como pasan todas las modas. Kant no necesitó de tecnología sino sólo de un agudo sistema de pensamiento; ningún neurocientífico, por el contrario, llegaría a nada sin toda una tecnología que requiere de una ideología que la financie.

La neurociencia confunde, entre otras tantas cosas, la sociología de su ciencia con la ciencia de la sociedad. La sociedad no vive la ciencia sino como ideología social: medicina, televisores de plasma, medios de transporte y calefacción, etc., etc. La ciencia no es el absoluto y por ello su verdad es, en relación a la conciencia. ¡incierta!.

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25.Publicado por Alberto Rodriguez-Sedano el 20/05/2010 09:00
La ideología que subyace en el tema original es criticable porque hace una simpleza sobre lo que conlleva ser ideología, el tejido común que subyace en la ideología mayoritaria. Lo común de la ideología no está en tener cerebros esquizoides, ni lo común de la ideología está en Marx. El estado esquizoide es particular y no sociológico, y Marx hizo un análisis de una situación social y no sólo particular. Hay una sociología de la enfermedad mental y una historia crítica de la subjetividad de Marx, pero la ideología cala en la comunidad del enfermo, y el marxista en un concepto solidario y no sólo en un un área del cerebro. Si inhiben el área del cerebro involucrada van a llegar a un área subjetiva, con un autor, y las ideologías no son tanto cosa de un autor sino de un conjunto de autores. La neurociencia necesita filosofía para entender la densidad, pues no la entiende sola con la forma del cerebro.

La interpretación de los sujetos no se reduce a una forma de la neurociencia porque la forma primera (del cerebro) no tiene en cuenta la segunda con respecto a la que la primera se desenvuelve; es una forma temporalmente falsa que delira con que su de primero no se modifica. ¿Y entienden los neurocientíficos el principio del desplazamiento del orden moral?. Diría que no; están anclados en una miopía de finalidad cerebral cuando lo moral es justamente el desanclaje subjetivo.

No se puede afirmar una realidad cerebral negando una fenoménica y fenomenológica porque la densidad de las segundas supera el tiempo de la primera. Uno está determinado por su cerebro, pero hay un margen de indeterminación en dicha acción. Uno no puede evitar respirar, pero puede controlar el ritmo de respiración. Si vemos a qué ritmo se adaptan los cerebros, el tiempo fenoménico-fenomenológico del que en un principio hablé, comprobaremos que tienen una lógica social. Es más fácil regular moralmente el tiempo de una comunidad que regular la individualidad temporal porque la individualidad no tiene por sí moralidad; la moralidad surge del trato con otros. La forma está en el cerebro en tanto tenga otro distinto con el que estar. Midan los neurocientíficos si esas formas son idénticas o mas bien aproximaciones. Ese problema les llevará a que el idealismo se puede ver. ¡Vaya!. ¿Y no pensó el neurocientífico que se superó el idealismo?. Se superó, en cierto modo, pero no se agotó porque no se entendió filosóficamente.

La ideología vista desde los cerebros es el poder de su esquema lógico. El cerebro tiene, sin duda, una forma, pero no es idéntica con su fenómeno. Miren el trato con otro. Tiene una forma cerebral primera, el cerebro tiene una forma para el otro, pero los detalles del trato no están en el cerebro sino que su forma está objetivada fenomenológicamente; la gente lee prensa, habla por teléfono, hace cosas solo que también hacen los demás, etc., etc. Todo eso está en el cerebro, pero no se puede ver mirando solo al cerebro. ¿Cómo, si no, van a entender su ideología?.

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24.Publicado por Genaro A. Ordoñez A. el 19/05/2010 22:37
Hola!, de nuevo.

Vuelvo a comentar, porque, segun mi humilde punto de vista se esta dando demasiada importancia a algo que en realidad no pasa de ser una simple especulación.
Sostener que "la ideologia muestra la misma estructura que la esquizofrenia" es, en si, no decir nada. Le aseguro al Sr. Rubia que el pensamiento de Darwin, de Mendel, Watson, Crick, etc., o de Copernico, Galileo, Newton, Einstein, etc., segun su exposicion, puede encontrar la misma estructura que de un esquizofrenico, con pensamiento dual muy expresada.
Por otro lado, como casi reiterando, la causa del pensamiento dual no es reducible a puramente subjetivo (pensamiento) o a pura fisiologia (cerebro bien (o mal) formado y trabajando bien o mal), porque la realidad en general es uno y alavez dual o multimple, pero lo dual se manifiesta con fuerza o con mayor notoriedad; tal es el caso de un átomo, esta formado por tres particulas subatomicas (electron, proton y neutron), pero las que se manifiestan con fuerza son proton y electron. O si quieren otro ejemplo, el caso del conocimiento: es falo o verdadero, mas no puede ser falsoverdadero. Como vé, el pensamiento dual, no es una cuestion subjetiva, tampoco causa de una enfermedad o malformacion cerebral, sino, en palabras marxianas es un reflejo de la realidad. Es cierto en todo conocimiento, como bien a advertido Kant, hay un ingrediente del sujeto, pero en ultima instancia predomina la descripcion o explicacion del fenomeno o cosa; esto es, el conocimiento es la verbalizacion del objeto o fenomeno, si el fenomeno es dual, entonces, su verbalizacion será dual y, consecuentemente, el pensamiento del sujeto será dual.
El hobre, como cualquier ser vivo con sistema nervioso central, necesita (conciente 0 inconcientemente)diferenciarse para orientarse en el mundo. Esto es, es necesario como minimo tener una nocion basica, por ejemplo, de que la piedra no soy yo, sino otra.
En conclusion, el pensamiento dual, no por causa de la malformacion o por alguna enfermdead mental, sino porq que la realidad se impone en nuestro pensamiento, y porque ella es dual.

23.Publicado por hugo luchetti el 19/05/2010 15:04


EXCELENTE ARTICULO PERO...

Pero... Me hubiese gustado que se incorporara alguna vez la crìtica a las monarquìas europeas, que fueron imperialistas y racistas y que aùn lo son. Porque vemos que Inglaterra mantiene su colonialismo territorial en pleno siglo XXI... Y Europa no la critica... Y sus pueblos, supuestamente desarrrollados, aceptan que se avasallen a otros... ¿Cuàl es la ideologìa de esos pueblos que no le piden a sus gobiernos que no se aprovechen de Otros...? Europa aparece hoy "falsamente democràtica". Y creo aùn màs, creo que ese pasado imperial y monàrquico aùn no modificado les impide unirse... Y algo màs perturbador: ¿Conocen o piensan còmo nos sentimos los paìses latinoamericanos cuando afectan nuestros intereses...? ¡Abajo las monarquìas!

22.Publicado por Alberto Rodriguez-Sedano el 16/05/2010 12:25
El sentimiento del mal con el que la neurociencia ha logrado hacer ciencia del sentimiento es fenomenológicamente una imposibilidad, un delirio. Los sentimientos no son éticos, lo que está bien o está mal; son estéticos y llevan radicalmente al subjetivismo, al mundo como la mente propia, aquello que es éticamente sospechoso.

La ética no está en el cerebro. Lo que hay en el cerebro no es una predisposición hacia sí mismo; y la ética está en saberlo. La ética no es, pues, estética; es un juicio no subjetivo sobre un objeto digno de ser ético: el otro. La ciencia, una deformación moral del otro que conoce verdaderamente, es, sin lugar a dudas, una ideología inmoral.

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21.Publicado por Alberto Rodriguez-Sedano el 16/05/2010 11:41
Es que el análisis situacional de la historia no se hace viendo el cerebro; se hace recomponiendo la historia t haciéndola comprensiva. Ni los físicos ni los neurólogos estudian esa forma. Ellos no estudian ni el desplazamiento ni la distancia, justamente, lo que hacen los hombres.

Todos los hombres tienen cerebros materiales, pero ni el físico ni el neurólogo conocen otra cosa que la forma de su concepto. No hay tal simetría; la mente y su representación son coherentemente distancia y no unos idénticos. La identidad, que generaliza de una física a una ética, es una ideología. ¿O no existe la diferencia como la oposición que sirve de base al concepto de lo idéntico? ¿hay identidad en sí sin lo que en ello mismo es distinto?. La dialéctica siempre discurre por una falta conceptual que se refiere a la historia conforme a la cual progresa. ¿Y no es esa la historia de la que no aprendemos porque no la conocemos de antemano?. No se aprende de la historia sino repitiendo los errores, no evitándolos; la razón está en hacer mínimo el error, pues error siempre habrá. ¡Ojo con el optimismo!.

Todos los errores de la dialéctica están en hacer de la historia la totalidad. El absoluto, la totalidad histórica sin más superación que la armonía entre los opuestos, de 0 a 1 con infinitos grados, es imposible; una idea demencial que no existe sino en la cabeza de una ideología. ¿Y no es la falta de la que se sirve el concepto?. Ideología no es el mal del otro, sino que decir "mal" es decir, por sí mismo, ideología.


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20.Publicado por Miguel Angel A.g el 16/05/2010 03:29
Me llama la atención que el artículo venga ilustrado con una imagen de Lenin, quien se menciona en el artículo es a Stalin; Lenin aconsejó no darle tanto poder a Stalin, y de hecho el mismo autor Alan Wood que se menciona en esta nota, demuestra -como otros lo han hecho- que Stalin rompió el socialismo de Lenin y condujo al país mediante una dictadura totalmente alejada de las doctrinas marxistas o leninistas. Stalin no es Lenin, y la URSS de Stalin no tiene nada que ver con el socialismo real; que de hecho aún no existe ni ha existido, ti Corea del Norte, ni España, Francia, ni Cuba, ni Venezuela.

19.Publicado por Alberto Rodriguez-Sedano el 14/05/2010 13:13
Sr. Cornelio Gonzalez, ha sido usted sutil cerciorándose de que su postura y mi cuestión son lo que critico; en cierto modo, mi postura se opone más a su primer comentario que al tema del Sr. Rubia. Intentaré, pues, que pueda distinguir lo que inevitablemente es indistinto. De manera que:

1. La totalidad no es en absoluto ajena, pero el absoluto en una idea absurda; se escapa y se cierra en el límite como idea. La totalidad reducida es una pretensión que presupone un discurso consigo mismo, un modo de mónada., un ser que contiene todas las diversidades posibles de sí misma en sí misma.

Apruebo que refiera, como hice yo, a las totalidades. No obstante, sus principios son deudores de un delirio y sólo son consecuentes en una relación no primera. Hay una forma de continuidad que se desplaza con su principio de desequibrio; no está en un absoluto sino en un lugar en el que sufre un desplazamiento, justamente, por su acción ética y social.

Verá que las totalidades, los absolutos y los continuos, no son sino formas parciales de lo mismo por más que quieran ser otra cosa; son partes no continuas consigo mismas que se reflejan idénticas desde algún sitio, un concepto. Son noúmenos, entes verdaderos-inteligibles no palpables; y mi forma se ciñe al total del fenómeno, la puerta con la que me golpeo que me despierta de mi ensoñación. La forma primera no es la misma que la segunda; y es la tercera la que las hace iguales, no la primera ni la segunda. El hiato podrá estar implicado en la forma del principio, pero es una forma posterior, relativa al fluir de su tiempo. Estará sujeto al orden primero, no lo niego por principio, pero no tiene una teoría primera sino segunda. ¿Y si no son los mismos órdenes?.

No hay una ética independiente de lo social. ¿O hace una ética del absoluto con el que su teoría delira con un principio que sólo es coherente siendo segundo?. Le acepto que primeramente seamos esa “vulgar” materia-energía si hace conciencia de que mi problema está en el desplazamiento segundo. La coherencia representacional (intersubjetiva), sin la que no hay ética ni sociedad alguna, es segunda y sólo, como le digo, inciertamente primera. En el comentado absoluto podrá haber cuántos mandatos y principios quiera; se sirve del fundamento primero para proseguir una historia segunda con la que hace una ideología segunda. La cuestión pendiente es que el desplazamiento rompe históricamente la continuidad; el repliegue vuelve, se repite hacia sí, pero ya no es idéntico sino como falsa identidad de su historia. ¡Ojo con las constantes!.

Mi postura suspende el principio de la condición constante e incondicional. No hago una crítica que irracionalice en lugar de hacer posible una ciencia racional; la irracionalidad surge de no ver que el desplazamiento no prosigue incondicionalmente porque ha creado su propia forma. El repliegue, que seguramente tendrá algún valor en el absoluto, tiene ahora un valor próximo: moral. Estamos describiendo algo como lo que debemos hacer, cuando la pregunta qué debemos hacer es una pregunta y no una respuesta. ¿Por qué describimos? ¿no es por una confusión de moralidad? ¿no será su verbo su forma de inacción?.

La primera teoría era, más y más, una epistemología que se aproxima a la ontología, cuando la forma misma ha hecho la aproximación distinta, el principio del delirio; ha quebrado la identidad. La moral no puede ser como la epistemología porque la moral obliga con un contenido que la epistemología no tiene de suyo. La moral no se representa de igual manera que el conocimiento; si bien las dos formas son precipitaciones (fenómenos), una lleva al otro por sí misma como contenido necesario, y la otra sólo en su representación. ¿O el conocimiento implica al otro sin una teoría que haga una regresión genética que lo encuentre al no tenerlo de suyo?. No, eso es la moral, moral primera que se distingue del principio del conocimiento, todo ese orden que creen conocer. ¿Han oído hablar de la falta? ¿no la rellenan con su síntesis de totalidad delirante? ¿y hablan de visiones dualistas?.

Le ruego, ante las inclinaciones ideológicas con las que todos infestamos nuestras ideas, que no confunda una moral primera que hago teóricamente necesaria con unos valores éticos y sociales segundos. La moral segunda no tiene por sí una teoría primera que los haga sintéticos a pesar de su discurso. Una moral es, como digo, teórica, y la otra histórica. La totalidad moral es superior por el desplazamiento que ejerce ante otro, y fruto de ello es que fuerza a otros a lo mismo con sus diferencias. La diferencia será la razón del estudio del objeto que ayude a entender qué es ética. La forma cerebral tiene el impulso primero a cierta moral, el otro y su pasión, pero no tiene el desenlace segundo que urge crítica porque no la tiene en su noúmeno.

2. “En una sociedad … hay cabida tanto para el uno como para el “otro””. No hay una forma a priori de bondad en dicha relación; lo que hay es un encuentro que corre el riesgo de ser malentendido como consecuencia de pretender racionalizarlo al imponer un principio que no reclama y que vimos que se desplazó. Huyo de su principio porque es moral en seco. Fíjese que al contrario de usted, lo propongo sin principio, no a priori. Mi coherencia está en su comprensión, una compasión fenomenológica, y no un prejuicio compasivo sin lógica.

Uso el otro y no me precipito a la nostridad, el ausente nosotros, porque, que yo sepa, no hay categoría a priori para ella que no sea una generalización de un sentimiento potenciado por un contenido que no se puede reducir justamente a concepto. El propio del concepto nosotros es una forma de distancia con uno mismo que se hace a sí nuevamente posible la en la forma nosotros. La gramática ya indica la misma raíz egocéntrica del término. ¿Y no es la gramática una ideología, o hay que ir a grandes ideologías para dar forma a lo que decimos? ¿esa es la ciencia natural que nos da un principio social y ético en equilibrio?. Estamos buenos negando la historia y las ciencias sociales al pedir sin razón el mantenimiento de un falso principio.

Hay una forma a priori para el otro y no para nosotros. Nosotros es, sin duda, una deformación ideológica de la representación de uno mismo en forma de lo que no es uno mismo pero que, aun así, no es distinto de uno, no una entidad propia sino, generalmente, un sentimiento de pertenencia.

3. La dialéctica permitía superar la limitación de la desunión de las partes, su falta de continuidad Como dije, La síntesis de continuidad no es simétrica para todo otro objeto. Es válida para su historia, hacia atrás, pero no para su porvenir. De esto se deriva que todo conocimiento sea falible.

La afirmación, sí, no es lógicamente consistente con su tiempo, requiere dualidad; la afirmación no tiene de suyo su contraste. Hay totalidades que superan el continuo de la analítica, la sintética, que en moral no son el sí de la ciencia natural.

Los problemas, como mi inocente golpe con la puerta, no tienen dados su solución a la conciencia. Son, digámoslo así, asimetrías sólo resolubles históricamente y no noumenalmente. Y el orden que hacen primero en este tema, el cerebro, no es más cierto. ¿Por qué si no iba a ser plástico?.

Por otro lado, no defiendo las ideologías que en este tema se critican; no son el tema en si, sino una regla de medir. Sólo advierto que la ideología con la que las juzgan no es neutra, ni históricamente, lo que es criticable (y que brutalmente niegan como ciencias humanas), ni moralmente, una intención deseable.

Agradecido por su respuesta, reciba un saludo.

http://albertododriguezsedano.blogspot.com/

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